11/8/08

NUESTRO MEDIO

Por: Bolívar Muñoz, líder comunitario del corregimiento de El Remolino.

La Naturaleza, originaria desde su creación, tan hermosa y agradable para contemplarla, todavía queda en pequeña proporción y nos rodea en el entorno que alcanzamos a observar; hasta el momento nos da ese don de disfrutarla, pero que ya se empieza a sentir esa debilidad de lo que se esta agotando.

En sí, hay que lamentarnos de ese ser que paulatinamente con el delito destructor de la mano del hombre, se ha ido ausentando en una forma considerada, donde ya por mucho que extendamos la mano, casi es imposible de alcanzarlo, comparable como el lucero lejano al que tan solo contemplamos; sin embargo, nos deja ese don de admirarlo, mientras que en nuestro paisaje se esta esfumando aquello que nos segrega vida, lo que se ha convertido en padre y madre de esa dicha que tenemos, que emana alegría, y es eso que se llama vida; pero con la desaparición de ese buen ser, nos encontramos en medio de la turbiosa tristeza, al identificar la necesidad de sentirnos cobijados con ese asombroso árbol.

Es peor, aún más se ha ahuyentado en casi la totalidad otra parte de esa sagrada y rica naturaleza, que románticamente nos hace falta de sentirnos acompañados en el radiante amanecer o en el opaco atardecer. Enumeremos algo de ello, que son las errantes aves que con su picaresco mover inquieto en un vaivén, con ese melodioso trinar de cantos nos llenaba de armonía, sin olvidar al astuto venado, el oso hormiguero y el sumiso orugo; es así entre muchos otros que desaparecen por mencionar lo que sus nombres solamente quedan en la historia.

Todo esto se anhela con angustia en el sol que hoy nos mira con hostigante desprecio, porque la ciencia ha dañado tanto a los que saben servirse de ella, cuando es útil a los demás. Esto se debe al fanatismo y a la vanidad irracional y animal del hombre con la aparición del don dinero destructor de la conciencia.

Lo anterior es una reflexión para que pensemos y nos inspiremos por el don de la naturaleza, que es la grandeza del todo creador, que nos ha regalado para bien y servicio del hombre, pero que allí no termina todo, sigue lo más grave todavía, que es el clamor del agua, el líquido preciado tan necesario no solamente para el hombre, los animales y las plantas, sino también para utilizarlo hasta en los seres más inertes, en cualquier momento y lugar se emplea para lavar un hierro muerto, para movilizar los carros, y gracias al agua nos estamos beneficiando del servicio de la energía.

Pedimos agua en el momento que no la tenemos y de todo esto culpamos a Dios, pero ¿cómo da leche la vaca, si el potrero no tiene hierva?, entonces ¿Cómo se quiere tener agua si se está degradando la naturaleza?. Los fanáticos que quieren taparse en plata, están acabando más con los bosques, cada día talan más montañas, y esto se está presentando para la zona de la cordillera a fin de cultivar coca, por lo que es de mirar que el mismo ser humano nos ponemos el castigo y no es Dios el que lo hace.

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