Mi nombre es María Ester Díaz, vivo en la vereda de los guabos del municipio de Los Andes; mi familia y Yo, hemos vivido casi siempre aquí, crecí en mi veredita junto a seis hermanos; cuando cumplí los siete años una tía me trajo a Sotomayor para que pudiera estudiar, así entre a la escuela y luego al colegio, pero no lo puede terminar porque la situación económica de mis padres era muy difícil.
Desde ese tiempo mi familia ha trabajado en la agricultura, sembrando fríjol, maíz, plátano, yuca y cultivos transitorios, sembrábamos casi de todo. Antes, para poder vender nuestras cosechas teníamos que madrugar los sábados para arriar las bestias y llegar a la plaza de ventas de Sotomayor La agricultura es una tarea muy dura porque había épocas que no nos compraban las cosechas, hasta en ocasiones nos tocaba regalarlas; por esta razón es que mi familia y yo, poco a poco optamos por dejar la agricultura y dedicarnos más bien a la minería; las minas en donde trabajamos actualmente estuvieron explotadas por como nosotros los llamamos –los gringos-, luego que ellos las dejaron abandonadas, mi Papá y otros conocidos empezamos a aprender y a explotar.
Después llego la coca, fue un proceso muy difícil porque toda la gente se fue a trabajar para allá; en la minería nos afecto mucho porque el pago de la minería no supera el pago de la coca. Allá les pagaban muy bien y la alimentación era súper porque comían lo que ellos querían, en cambio en la minería no se podía exagerar. Afectó también a las familias del municipio por los problemas que llegaron: los jóvenes se dedicaron a tomar trago, algunos empezaron a consumir droga y eso afecto demasiado porque abandonaron la siembra de alimentos, acabaron con el café, los cultivos de fríjol y ya se estaba importando hasta el plátano, que es lo que más se da por estas tierras.
En la época de violencia que hubo por esta zona, mucha gente se desplazó debido a la incursión de grupos armados; en el tiempo de la violencia fue donde nos reuníamos cओं los वेसिनोस para orar por el peligro que había para nosotros y nuestros familiares. La situación en ese entonces era muy complicada.
Hoy en día, पोको a poco, la gente esta retornando a sus parcelas y todo se va normalizando, aunque muchas personas están sufriendo por la arrancada de los cultivos ilícitos y están aguantando hambre, porque se quedaron sin nada y no ha habido hasta el momento un proyecto en donde a la gente se le haya podido colaborar.
En este momento que se ha acabado un poco la coca, lo que se esta reactivando muchísimo en todo el municipio es la minería, esta volviendo la gente y hasta sobran las solicitudes de trabajo. Con este cambio, la gente esta volviendo a la normalidad, y los pocos semilleros que hay, es por alguna que otra persona que se volvió dependiente a este cultivo. pero ya son muy poquitos.
Me ha gustado organizar la veredita; ahora tenemos la asociación de mujeres “Jefas de hogar”, les digo: con ellas llevamos trabajando siete años; a través de la asociación se ha podido gestionar algunas capacitaciones y hemos podido participar en algunas actividades. La organización busca que sus integrantes se vuelvan negociantes, empezamos a producir el dulce de leche, mientras algunas lo hacíamos otras lo ofrecían casa por casa y lo vendían, y así fuimos perdiendo el miedo y fuimos aprendiendo; de ahí nació la idea de gestionar proyectos para mejorar las instalaciones y la producción; ahora tenemos una tienda comunitaria y diría que estamos en el mejor momento porque estamos superando todas nuestras problemáticas.
Ahora nos vinculamos al Movimiento Social y creamos conjuntamente con mi comunidad un Plan de Vida que queremos se incluya en los planes de desarrollo del municipio. Este plan es muy importante para las comunidades porque ambicionamos realizar proyectos de proyección hacia el futuro. Me gusta que se siga fortaleciendo esta clase de actividades porque así se va vinculando cada día mucha más gente.
Desde ese tiempo mi familia ha trabajado en la agricultura, sembrando fríjol, maíz, plátano, yuca y cultivos transitorios, sembrábamos casi de todo. Antes, para poder vender nuestras cosechas teníamos que madrugar los sábados para arriar las bestias y llegar a la plaza de ventas de Sotomayor La agricultura es una tarea muy dura porque había épocas que no nos compraban las cosechas, hasta en ocasiones nos tocaba regalarlas; por esta razón es que mi familia y yo, poco a poco optamos por dejar la agricultura y dedicarnos más bien a la minería; las minas en donde trabajamos actualmente estuvieron explotadas por como nosotros los llamamos –los gringos-, luego que ellos las dejaron abandonadas, mi Papá y otros conocidos empezamos a aprender y a explotar.
Después llego la coca, fue un proceso muy difícil porque toda la gente se fue a trabajar para allá; en la minería nos afecto mucho porque el pago de la minería no supera el pago de la coca. Allá les pagaban muy bien y la alimentación era súper porque comían lo que ellos querían, en cambio en la minería no se podía exagerar. Afectó también a las familias del municipio por los problemas que llegaron: los jóvenes se dedicaron a tomar trago, algunos empezaron a consumir droga y eso afecto demasiado porque abandonaron la siembra de alimentos, acabaron con el café, los cultivos de fríjol y ya se estaba importando hasta el plátano, que es lo que más se da por estas tierras.
En la época de violencia que hubo por esta zona, mucha gente se desplazó debido a la incursión de grupos armados; en el tiempo de la violencia fue donde nos reuníamos cओं los वेसिनोस para orar por el peligro que había para nosotros y nuestros familiares. La situación en ese entonces era muy complicada.
Hoy en día, पोको a poco, la gente esta retornando a sus parcelas y todo se va normalizando, aunque muchas personas están sufriendo por la arrancada de los cultivos ilícitos y están aguantando hambre, porque se quedaron sin nada y no ha habido hasta el momento un proyecto en donde a la gente se le haya podido colaborar.
En este momento que se ha acabado un poco la coca, lo que se esta reactivando muchísimo en todo el municipio es la minería, esta volviendo la gente y hasta sobran las solicitudes de trabajo. Con este cambio, la gente esta volviendo a la normalidad, y los pocos semilleros que hay, es por alguna que otra persona que se volvió dependiente a este cultivo. pero ya son muy poquitos.
Me ha gustado organizar la veredita; ahora tenemos la asociación de mujeres “Jefas de hogar”, les digo: con ellas llevamos trabajando siete años; a través de la asociación se ha podido gestionar algunas capacitaciones y hemos podido participar en algunas actividades. La organización busca que sus integrantes se vuelvan negociantes, empezamos a producir el dulce de leche, mientras algunas lo hacíamos otras lo ofrecían casa por casa y lo vendían, y así fuimos perdiendo el miedo y fuimos aprendiendo; de ahí nació la idea de gestionar proyectos para mejorar las instalaciones y la producción; ahora tenemos una tienda comunitaria y diría que estamos en el mejor momento porque estamos superando todas nuestras problemáticas.
Ahora nos vinculamos al Movimiento Social y creamos conjuntamente con mi comunidad un Plan de Vida que queremos se incluya en los planes de desarrollo del municipio. Este plan es muy importante para las comunidades porque ambicionamos realizar proyectos de proyección hacia el futuro. Me gusta que se siga fortaleciendo esta clase de actividades porque así se va vinculando cada día mucha más gente.
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